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Ser estudiante en España

Siendo sincera, el panorama que me habían pintado en México me tenía bastante asustada: que si las clases son prácticamente ir a escuchar y ni siquiera emitir un murmullo, que si el aforo de estudiantes es excesivo, que si los exámenes al final terminan por matar a cualquiera, que si esto y aquello... No voy a mentir, hay algo de cierto en todo eso pero también terminé por sorprenderme.

En general, las clases a las que fui requerían cierto grado de participación, dependiendo del contenido y por supuesto, del profesor. Más de una vez se nos animó a exponer nuestras dudas e incluso en una asignatura en particular el docente definió algo así como roles entre los alumnos: una persona sería la directora, encargada de señalar el momento en el que la clase termina, proponer un descanso, etcétera. Otra persona sería la crítica, la cual, como su nombre indica, da su opinión acerca del tema y del desarrollo de éste por parte del maestro. Muy ingenioso el sistema a mi parecer.


Por otro lado, el número de estudiantes es grande, mas no excesivo como para impedir una clase amena, entre 40 y 60 estudiantes; lo que sí noté, y no sólo yo, es que al haber un considerable flujo de ERASMUS cada ciclo escolar, los extranjeros que llegamos dejamos de ser una novedad y pasamos desapercibidos, incluso llegué a sentirme ignorada al punto de que nadie se molestaba ni siquiera por preguntar cómo ha ido el día, ¡nada! Para mi fortuna, hallé a un nutrido grupo de mexicanos dispuestos a acompañarme en cuanto viaje, fiesta y/o reunión se nos ocurriera.


El punto que más me preocupaba (preocupa) es el de los exámenes: venía con la idea de un cuestionario interminable que contuviera todos los temas vistos y que de su calificación dependiera el aprobar o no la asignatura. Para mi grata sorpresa el sistema cambió favorablemente a algo que le llaman: sistema de evaluación continua, en el que además del examen, se cuenta la nota de las prácticas, participación y demás. Mas no por ello me he evitado el estrés de este período de evaluación...


Al final, a escasas semanas de dar por terminado esto que algunos llaman "un simple intercambio estudiantil", regreso con un aprendizaje seguro: ¡Joder tí@, que como Graná no hay ná! Ya me lo decía el oficial de migración a mi entrada a España...

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