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Españoladas

¡Joder! Y es neta (mexicanada): ni siquiera había puesto un pie en tierra española y ya me había echado varias conversaciones sazonadas con infinidad de términos que los latinos, en nuestro lado del charco, más tememos y que sólo conocemos gracias a los doblajes de las películas. Pero lo que nuestros oídos, desde la comodidad de nuestras casas, han sido capaces de captar es tan sólo una pequeñísima parte del universo "cojonudo" y "gilipollero" de nuestros tan controversiales colonizadores.


Antes de verter en este espacio lo poco que he podido notar, me he tomado el atrevimiento de consultar a mis compatriotas residentes en estas tierras extrañas por sus primeras impresiones, a lo que me encontré con lo siguiente:


  • Todos son tíos o tías, la pregunta aquí es: ¿se sentirá ofendido el (la) hermano (a) de tu padre o madre al ser vulgarmente llamado como cualquier chavalín?


  • Al parecer, la flojera por completar las palabras es bastante normal: no se dice Granada, es "Graná", no dicen cantantes vaya, ni siquiera cantadores, sólo llegan a pronunciar "cantaores", y como estos infinidad de ejemplos que, sobre todo para los extranjeros, complican el entender la idea principal que un granadino nos trata de compartir.


  • Sin importar si vienes de erasmus, movilidad por convenio entre universidades, turista, novio (a) en boda arreglada, etcétera, te conocerán como un erasmus. Lo peor de esto, y que en mi caso resentí mucho al principio, es que ver gente de otros países mezclada en sus clases no es ninguna novedad para los españoles, por lo que no podemos esperar gran cosa si hablamos de ser cálidamente recibidos.


  • El hablarle de usted a los demás parece que aquí no existe, inclusive me siento rara al ser la única que le habla de esa manera al profesor pues aquí todos se tutean sin mayor reparo.


  • Salir de fiesta loca, de "peda", de "findé", o como le llamen, cambia totalmente en este lado del planeta Tierra: en primer lugar, hay todo un ritual que parece ya estar muy bien asentado, la gente se reúne en el piso de alguien para tomar, platicar un poco y calentar motores; acto seguido se sale a la calle por aquello de la media noche de "tapeo"; rayando la madrugada, entonces sí, llega el momento de abarrotar hasta sus límites algún antro; para, alrededor de las cinco o seis de la mañana, caminar en grupo hasta sus respectivos pisos.


  • Por muy extraño que parezca, el consumo de drogas en México vaya que no le llega ni a los talones al que he podido percibir aquí, o como sospechamos de vez en cuando, probablemente no sea mucho pero sí más descaradamente: es impresionante ir caminando casual por alguna calle y darse cuenta del penetrante olor a marihuana, mota, hierba, Mary Jane, etcétera, etcétera que hasta da la impresión de que están haciendo un porro olímpico tipo el que sale en la película de Scary Movie:


  • Los domingos, literal, la ciudad muere; de igual forma pasa con "la hora de la siesta", más o menos de dos a cinco de la tarde todo mundo cierra sus negocios cual si hubiera alerta de tsunami.

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