Lo sé, lo sé, en este mundo no hay nadie que tenga el conocimiento supremo y/o que haya nacido sabiéndolo todo; y es que ese conjunto de saberes es resultado de las experiencias que se adquieren con el tiempo, por ello es que me permito transmitir un poco de lo que la vida en este corto período de tiempo me ha enseñado acerca de hacer un intercambio, movilidad, erasmus o como sea que quieran llamarle:
Aunque me duela aceptarlo, el inglés ya no es de ayuda: ¡es vital! De dominarlo, o al menos entenderlo, dependerá que seamos capaces de sobrevivir en el mundo: ubicarse en aeropuertos y ciudades ya que, aunque termines en Japón, todo siempre estará traducido al inglés; comunicarse con personas de todo el mundo pues cada día es más frecuente, sobretodo en sitios turísticos, toparse con alguien que entienda un "hellouuu" y que en caso de necesitarlo podrían sacarnos de un apuro.
Pensar en el país de destino que nos gustaría e investigar todo acerca de ese lugar. Y es que ha pasado que llegamos a la ciudad en donde residiremos por un aproximado de 5 meses y ni idea del clima, por lo que terminamos gastando parte del presupuesto en un guardarropa apropiado. También me di cuenta que averiguar por Internet cómo llegar al menos del aeropuerto al centro de la ciudad usando el transporte urbano supondrá un considerable ahorro pues nos libraremos de los abusivos taxistas y su olfato para detectar extranjeros y exprimirles la cartera. Otro consejo podría ser reservar un lugar por al menos uno o dos días mientras hallamos nuestra casa, piso o cuchitril en el cual, por experiencia propia lo digo, mientras más gente viva, más barato resultará pero de igual forma será más caótico para aquello de la convivencia, organización, etcétera.
Contactar con estudiantes que sean o vayan a vivir en la misma ciudad, y es que no hay nada más traumatizante que desembarcar en un lugar de por sí desconocido y con la cerecita del pastel de no tener a nadie que nos sirva de guía o al menos de compañero en nuestro proceso de adaptación.
Prever gastos y traer consigo una cantidad suficiente, mas no exagerada, de dinero para aquellos gastos inmediatos como lo son el traslado del aeropuerto al lugar donde vayamos a quedarnos; el alquiler del hostal, hotel, pensión, etcétera; la botellita de agua, las papitas, los chicles y demás chucherías que se nos puedan antojar en el camino; en fin, hacer un presupuesto aproximado para los primeros días en lo que podemos abrir una cuenta del banco, recibir transferencias de dinero, hallar un cajero...
Conseguir mapas, planos de las rutas de transporte, trípticos informativos... Todo lo que nos sirva para ubicarnos en primera instancia será bien recibido y, en el último de los casos, siempre queda la opción de preguntar con la probabilidad, claro, de que nos pierdan más de la cuenta.
En fin, sé de antemano que hay mil y un consejos más, pero para tenerlos todos, o al menos una cantidad considerable, se hace necesario el apoyo de los cientos de estudiantes que están o han estado de intercambio en algún momento y que, como yo, se han dado cuenta que el rol de un extranjero en una ciudad desconocida cambia a favor en cuanto se percata de cositas tan simples como las que he compartido y que, en su momento, podrían ser de gran ayuda para aquel que están en aras de lanzarse a la aventura.